martes, 23 de junio de 2009

Un día Padre!

Son casi las cinco de la tarde, todo en el centro de la ciudad está cerrado, y las familias se encuentran reunidas.


Hoy fue un día importante, fue tiempo de paz, armonía y regocijo en los hogares hermosillenses. Celebramos, si, y lo hicimos como debe ser, con una fiesta.


Inicio


El calor inunda las calles de Hermosillo, más de treinta y cinco grados centígrados sofocan el ambiente. Es domingo y aunque se supone que es un día tranquilo con poco tráfico en la calle, de carácter familiar y de descanso, este es totalmente diferente.


Estamos en el sexto mes del año, es Junio, periodo vacacional para muchos y de trabajo incesante para otros. Final e inicio de muchos ciclos, es época de reuniones y celebraciones.


Junio es alegría, es felicidad, es fraternidad, es diversión, es familia. Es el mes donde festejamos a una de las piezas más importantes en el rompecabezas de la vida, a una de las piedras angulares de la existencia humana, uno de los seres más representativos en la familia, la cabeza del hogar. Es así cuando homenajeamos a nuestro padre.


Junio 21


Hoy es el tercer domingo del mes, es veintiuno de junio y las calles están infestadas de gente.


Es de mañana, el reloj marca casi las once, todo esta lleno. Compras de última hora son la premisa que justifica el abarrote total de la ciudad.


Las radios locales y televisoras nacionales no paran de recordarnos lo importante de este día. Tenemos que celebrar, y hay mucho que organizar.


Pastelerías, puestos de regalos y envolturas, joyerías y establecimientos en general están llenos de nietos, hijos, esposas, hermanos, madres y amigos, todos con el único objetivo de encontrar el obsequio perfecto.


- De chocolate,

-¿No lo tiene en negro?,

-¿Me muestra ese por favor?,

- Lo compro, ¿cuánto es?


Son las palabras que viajan en el viento como un coro incesante que nos invita, que nos dice que hoy es un día importante, de celebración, que es el día del padre.


El regalo


Es casi obligatorio el otorgarle un regalo a ese ser maravilloso que en compañía de su pareja nos dio la vida, sin embargo, es muy difícil encontrar aquello que le gustará, disfrutará y que le será de ayuda en uno u otro sentido de su vida cotidiana.


Pareciera que las cosas más bonitas, más diversas, encontradas en las tiendas van dirigidas para la mujer y aun así, aquello que gozará nuestro padre está ahí, en espera de que alguien lo encuentre, lo compre y se lo dé.


Camisas, pantalones, pasteles, perfumes, corbatas, zapatos y relojes parecieran ser lo único, lo obligado, el presente perfecto, lo que se está esperando y en consecuencia lo que más se puede ver en los aparadores de todos los establecimientos a lo largo de la ciudad.


Los descuentos están a la orden del día, veinte, treinta, cuarenta y cinco, cincuenta por ciento, es lo que se puede leer en los anuncios que se encuentran por todas partes, propiciando nuestra inclinación hacia sus productos, pero sabemos que cuando de este ser tan especial se trata no queremos escatimar puesto que queremos agradarle.


“Porque es el ser que te dio la vida, dos por uno”, “En la compra del segundo se lleva el tercero gratis”, “De remate, solo para él”. Son las afirmaciones que calman la histeria generalizada de propios y extraños que buscan gastar su dinero en presentes.


Esto para lograr arrancar una sonrisa infantil en los casi seniles rostros de esos hombres maravillosos, fuertes y de dócil mirada por el paso del tiempo, que lo han dado todo por nosotros.


Que como se dice coloquialmente se partieron el lomo, sudaron, se cansaron, tuvieron dolores, envejecieron y aun así, se sienten orgullosos por sacarnos adelante y contribuir en el desarrollo de las personas que para ellos son su orgullo, sus hijos.


Hijo perfecto


Si, el regalo es “importante”, mas no tanto. Como el hacer feliz al hombre, como el demostrar que su empeño valió la pena, como ser para él su hijo perfecto.


La perfección no existe, todos somos únicos, diferentes e irrepetibles por lo que no cabemos es un estándar esteriotipado y aun así somos para él lo mejor.


Las sonrisas son el aderezo en este día, todos se comportan de la mejor manera; una discusión no tiene espacio en este día. Todo es felicidad, es una representación moderna del clásico de televisión “Días felices”.


Nuestro padre esta contento, no solo por tener una familia, sino también por el hecho de que se le está reconociendo su papel, su esmero, su dedicación y la importancia como el eslabón soporte que tiene en la cadena familiar.


Hoy todas las miradas, reflectores y aplausos se dirigen a ellos, son los reyes, son la luz, son nuestros padres.


La celebración


No solo las tiendas de regalo están abarrotadas, son casi las dos quince de la tarde y las últimas compras se están realizando.


Ahora es el platillo, la comida que se servirá como excusa para que la familia se torne a la mesa a convivir con el patriarca, con el dueño de la silla principal en el comedor.


Los supermercados están en su punto, los restaurantes también. La mayor venta del mes quizá se este desarrollando en estos momentos y nadie se queja de ello.


Vegetales ya no hay, los cortes de carne están apunto de acabarse en las carnicerías, todos los establecimientos ya quieren cerrar, los trabajadores quieren unirse a la celebración, ellos también son padres o los tienen.


El día del padre como fiesta nacional cobra fuerza y se convierte en uno de los motivos principales de júbilo dentro de las familias.


En muchos hogares ya se comió, en otros apenas se esta poniendo la mesa, en algunos los guisos aun no están listos, falta un ingrediente o algo, motivación para seguir invadiendo las calles y bulevares.


Esto no es lo único, unas gentiles y sonoras carcajadas, pláticas profundas y amenas, juegos y música, son la cereza en el pastel que termina de hornearse, son los elementos que faltaban para que el convivio se convirtiera en un festejo y estuviese completo.


Los que no están


Es un día de fiesta, de convivencia y aun así, hay personas que no tienen a su padre con ellos; que esta lejos, que esta enfermo o que lamentablemente falleció y pese esto también celebran.


Las líneas telefónicas están saturadas; en los panteones no faltan las flores frescas y coloridas, la música y el recuerdo, los rastros de algunas lágrimas derramadas a los pies de una tumba.


Los recuerdos, las sonrisas, las alegrías, los momentos, los regalos, entre muchas otras cosas, inundan las mentes y arrancan gotas de rocío salado de los cristalinos ojos de algunas personas.


Los llantos también son de felicidad, por volver a ver a ese ser que desde hace algún tiempo no se veía. Los motivos son diferentes, pero siempre bonitos, siempre memorables.


En mi particular caso, mi padre no se encuentra conmigo por los kilómetros que separan a una ciudad de otra. Aún así, esperé con anhelo la mañana para poder escuchar su voz diciendo: “gracias por llamar, hija”. Y decirle cuánto lo quiero y agradecer a Dios la oportunidad que me brinda de celebrarle su especial día aún con vida.


El día del padre nos despierta, nos invita al sentimentalismo, a demostrar lo humano que somos. El día del padre es el detonante que nos hace dar cuenta de lo que valen estos hombres de valor.


Este día es, por mucho, sinónimo de felicidad, cualquiera que sea la expresión individual que hagamos de esta.


Cuando el sol se apague


Son las seis de la tarde. Poco a poco las calles se han ido despejando, los locales en su mayoría están cerrados, las familias están reunidas en torno al hombre que las encabeza.


Hoy fue un día importante, un día de fiesta, el día del padre.


El silencio recorre las calles, la soledad roza al piel desnuda de los pocos incautos que siguen vagando, se escuchan risas acompañadas de algo de música a lo lejos, pero conscientes estamos que hay en todas partes.


Pronto será de noche, el sol se apagará y nos invitará a dormir con él; mañana volveremos a nuestras labores, a la cotidianeidad donde no se festeja a los hombres, donde son gallardos, fuertes y faltos de sentimientos, donde la frialdad es el pan de cada día, pero lo haremos orgullosos.


Deberíamos celebrar siempre, aunque a veces no tengamos tiempo, siendo buenos y respetando a esa persona que Dios usó para que llegáramos a vivir a esta tierra.


Sabemos que este día fue especial, que fue gratificante, que hoy fue día del padre y que por mucho, fue superior, fue muy padre.

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